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El artículo «Europa puede competir, pero no puede esperar» destaca la creciente necesidad de que la Unión Europea actúe con rapidez y decisión para no perder competitividad frente a potencias como Estados Unidos y China. Actualmente, el continente enfrenta una serie de desafíos estructurales que están lastrando su crecimiento económico y su capacidad de innovación, lo que podría comprometer su modelo de bienestar en el futuro.
Uno de los puntos clave del análisis es la desaceleración económica que atraviesa Europa. Mientras que la economía estadounidense creció un 2,7% en 2024, la europea apenas logró un 0,9%, una diferencia que evidencia problemas como la elevada carga fiscal, la burocracia excesiva y los altos costos energéticos, que limitan la competitividad de las empresas y la capacidad de atraer inversión. Esta brecha no solo afecta a la productividad, sino que también pone en riesgo la posición estratégica de Europa en sectores clave como la tecnología, la industria y la defensa.
Además, el artículo subraya la importancia de reducir la dependencia de recursos externos. La crisis energética derivada de la guerra en Ucrania ha dejado en evidencia la vulnerabilidad del continente en términos de abastecimiento de energía y materias primas, lo que ha obligado a una reconfiguración de las políticas industriales y energéticas. La reciente suspensión de la ayuda militar estadounidense a Ucrania también refuerza la necesidad de que Europa refuerce su autonomía en defensa y geopolítica, en un contexto donde las alianzas internacionales ya no son tan estables como en el pasado.
Para revertir esta tendencia y asegurar un futuro competitivo, el artículo propone varias líneas de acción. En primer lugar, es fundamental una mayor inversión en I+D y en sectores estratégicos como la inteligencia artificial y la digitalización, donde Europa aún no ha logrado cerrar la brecha con EE.UU. y China. En segundo lugar, se necesita una reforma profunda para reducir la burocracia y mejorar el acceso a financiación para empresas innovadoras, especialmente startups y pymes. Finalmente, el artículo insiste en la necesidad de una mayor integración y coordinación entre los países miembros, evitando políticas proteccionistas que fragmenten el mercado europeo.
En definitiva, el artículo plantea un llamado de atención a los líderes europeos: si no se toman medidas urgentes, el continente corre el riesgo de quedar rezagado en un mundo cada vez más competitivo. Europa tiene el talento, la infraestructura y el potencial para competir, pero necesita decisiones audaces y rapidez en la ejecución para no quedarse atrás.